Si disponemos de la tecnología... ¿por qué no hay voto electrónico en España?

El medio internet “El Confidencial” se ha hecho esta pregunta y analiza la situación para darle respuesta.en un artículo de mayo de 2015.

Voto electrónico electoral y voto electrónico societario

No sólo por voluntad política se fragua la decisión de implantar o no el voto electrónico electoral en un país, una opción aún no recogida en las leyes españolas, salvo en el País Vasco, sino que también influyen factores como el previsible coste de la medida y la disposición social al cambio, según expertos.

En España el voto electrónico, que sí está garantizado legalmente desde 2005, en contraste con el electoral, es el societario, es decir, el de empresas que cotizan en Bolsa, por ejemplo para votaciones en Juntas de accionistas.
El voto electrónico electoral, vigente en varios países, es el ejercido con dispositivos tecnológicos; bien de forma remota, dígase con móvil, tableta u ordenador, bien de manera presencial ante la mesa electoral con máquinas que garantizan el sufragio digital.
La tecnología del voto electrónico está altamente desarrollada, con empresas españolas punteras en este ámbito, han asegurado a Efefuturo responsables empresariales del sector, como el director de Desarrollo de Negocio de Procesos Electorales de Indra, Javier Viejo, y el presidente de la European Agency of Digital Trust, Julián Inza.
Según los expertos, la seguridad en el voto electrónico es clave para su funcionamiento y está garantizada; en ocasiones incluso más que en el caso del voto presencial, porque en este supuesto la persona puede verse obligada a meter en el sobre la papeleta que otro quiere.
A la hora de votar, la seguridad es básica tanto para la identificación del elector para evitar posibles suplantaciones de personalidad, como en lo que toca a la privacidad con el fin de garantizar la confidencialidad del voto y resto de trámites del proceso, además de la transmisión de resultados y el recuento.

A la hora de votar, la seguridad es básica tanto para la identificación del elector para evitar posibles suplantaciones de personalidad, como en lo que toca a la privacidad con el fin de garantizar la confidencialidad del voto y resto de trámites del proceso, además de la transmisión de resultados y el recuento

La tecnología actual permite votar de forma electrónica desde el propio colegio electoral con maquinas DRE (de emisión directa del voto), vinculadas a pantallas táctiles, o con aparatos que generan tarjetas magnéticas que se leen una vez introducidas en urnas especiales, entre otros sistemas. Para votaciones en remoto con tabletas u otros dispositivos, por ejemplo desde el hogar, los sistemas incluyen repositorios virtuales, en donde elegir papeleta de forma secreta y realizar el trámite electoral online, de forma cifrada y con garantías de un voto libre de forma segura.

La biometría, una tecnología que identifica características morfológicas y de comportamiento únicas e intransferibles de las personas, como el iris del ojo o la huella digital, combinada con el uso de certificados digitales y documentos como el DNI electrónico, aportan garantías añadidas de seguridad que aseguran que el votante es quien dice ser, según los expertos.

Con éxito en Estados Unidos y Brasil

Brasil, EEUU, Venezuela o Filipinas son algunos de los países en los que se ejerce ya el voto electrónico. En otros, como el Reino Unido o Noruega existen tecnologías muy avanzadas como el sistema e-counting para dinamizar el recuento a partir de escáneres que automatizan la lectura de papeletas desde la misma urna. Según los expertos, España tendría que modificar la ley electoral para que se pudiera votar, una opción que sólo hoy es posible en el País Vasco, pese a que no la está ejerciendo por el momento.

No obstante, en este país sí existe tecnología en varias fases del proceso electoral para agilizar trámites; por ejemplo, en la transmisión de datos a los sistemas centrales, el recuento de resultados y la gestión de actas.

De hecho, de cara a las próximas elecciones municipales del 24 de mayo, Indra distribuirá 21.000 tabletas electrónicas en centros electorales españoles, lo que duplicará el número de dispositivos móviles usados en los anteriores comicios locales para cubrir la transmisión de datos.

Existen tecnologías como la transmisión electrónica de resultados o la Mesa Administrada Electrónicamente (MAE), implementadas progresivamente en España, que permiten obtener buena parte de los beneficios del voto electrónico (rapidez, exactitud y simplificación de las tareas de la mesa electoral, entre otras) dentro del marco legal preexistente, explican desde Indra.

La implantación o no del voto electrónico electoral genera debates no sólo por temas de seguridad, sino además por la idoneidad o no de establecerlo en un momento dado, porque es algo que exige reflexionar antes en profundidad sobre sus beneficios y desventajas. Se trata de un tema “complejo” que requiere de un análisis profundo a la hora de valorar previamente las ventajas que tendría implantarlo o no, ha asegurado el responsable de Indra.

Una cuestión de coste (político)

Entre los factores que deben ponderarse a la hora de decidir sobre esta cuestión no está únicamente la voluntad política de hacerlo, aunque es necesaria, por supuesto, sino que influyen otras muchas variables, dice. Por ejemplo, el supuesto coste económico, el previsible impacto de la brecha digital social (el porcentaje de gente que no puede, no sabe o no quiere usar tecnología) o el riesgo de cambiar por otro nuevo un sistema de voto tradicional que está funcionando bien.

Desde el punto de vista de costes, a modo de ejemplo sólo en España, aparte del gasto en sistemas, la implantación del voto electrónico presencial exigiría al menos incorporar máquinas electrónicas en aproximadamente 60.000 mesas electorales. Siempre se pueden implantar soluciones híbridas, ha añadido por su parte, el responsable de la European Agency of Digital Trust, para quien el sufragio digital podría ser “complementario del físico”, si en algún momento se decidiera su implantación en países como España.

Ha afirmado que, para el voto concreto de ciudadanos que residen en el extranjero, el sufragio digital tendría claramente más ventajas que inconvenientes respecto al físico; en su opinión, la participación electoral desde fuera podría verse impulsada con sistemas tecnológicos que simplificaran su gestión.